Uno de los pros más conocidos es su efecto en la pérdida de peso, ya que al reduce la ingesta calórica y aumenta la quema de grasas. Además, también puede mejorar la sensibilidad a la insulina, y así prevenir y controlar la diabetes.
El ayuno también puede tener beneficios para otras partes de nuestro cuerpo. Mejora la presión arterial y los niveles de colesterol, lo cual puede ayudar a prevenir enfermedades cardíacas. Puede aumentar la producción de ciertas proteínas que ayudan a proteger las células cerebrales y mejorar la capacidad cognitiva. Se ha demostrado también que puede ayudar a mejorar la salud celular y el proceso de rejuvenecimiento, a través de procesos conocidos como autofagia y glicación.
Todo muy increíble, ¿no? Pues sí, lo es. Pero antes de que dejes de comer, es importante señalar que esta práctica debe ser realizado bajo supervisión médica y no se recomienda para todas las personas. Además, no se deben seguir dietas o planes de ayuno extremadamente restrictivos o prolongados sin haya un profesional detrás.