Investigadores en ambos países han podido demostrar que un compuesto específico que se encuentra en el té verde conocido como EGCG (galato de epigalocatequina, el principal ingrediente activo que contiene) tiene la capacidad de inhibir el crecimiento de las células cancerosas.
El EGCG parece lograr la increíble proeza de prevenir el crecimiento de células cancerosas mediante la inhibición de una enzima particular: la dihidrofolato reductasa. Según un profesor inglés que participó en el estudio, esa fue la primera vez, donde se tuvo constancia de que este compuesto en particular logra inhibir a la enzima DHFR. Un objetivo que se ha buscado durante mucho tiempo a través de una gran variedad de métodos.
La gran noticia para los aficionados al té verde, por supuesto, es que el té verde contiene alrededor de cinco veces más EGCG que el té normal.
Sin embargo, se afirma que hasta ahora no ha habido ninguna confirmación sobre la cantidad de té verde que un individuo necesitaría consumir para obtener los efectos beneficiosos proporcionados por este compuesto. Pero se cree que el EGCG puede ser solo uno de varios ingredientes contenidos en el té verde que tienen tales propiedades. Por lo cual ciertamente no hay razón para dejar de tomarlo.
Pero a pesar de que todo parece increíble en el té verde, deben ser tomadas precauciones en ciertos casos. Por ejemplo, a las mujeres que están embarazadas, se les recomienda consumir ácido fólico para evitar complicaciones en la gestación del bebé. En esos casos no es recomendable beber té verde en grandes cantidades, ya que este puede reducir la efectividad del ácido fólico que se está ingiriendo.