Desde ciertas esferas, se ha declarado que su consumo moderado puede reducir el estrés y, potencialmente, disminuir el riesgo de ciertos padecimientos en los cuales el estrés y la ansiedad son protagonistas.
Los que abogan por el consumo moderado, han fortalecido recientemente su postura a favor del vino tinto, debido a que la bebida contiene resveratrol. Un antioxidante, antiagregante plaquetario, antiinflamatorio, vasodilatador, e inhibidor de proliferación celular.
Sin embargo, desde un punto de vista dietético, lo mejor es limitar el consumo de vino tinto a las comidas y utilizar un vino seco o muy seco. Esto último para limitar la ingesta de azúcar, ya que como es bien sabido debe controlarse su consumo.
Pero, además del resveratrol, ¿existen otras razones para consumir vino? Posiblemente. De acuerdo con un artículo de una conocida cadena de televisión internacional, (Los pros y los contras de la bebida en la salud), hay indicios que parecen demostrar que los bebedores de vino tienen menor riesgo de desarrollar demencia, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer.
Antes de que abras la botella de vino, tenemos que hacernos la siguiente pregunta, ¿estos beneficios potenciales antes mencionados son una razón de peso para correr los riesgos que conlleva consumir alcohol? Posiblemente, sí. Pero debemos tener en cuenta que este hace trabajar demasiado al hígado y deshidrata la piel. También tiene el potencial de aumentar el riesgo de cáncer de mama y reduce los niveles de densidad ósea. Y, según se especifica, aproximadamente un tercio de los adultos que lo consumen corre el riesgo de convertirse en alcohólico.