Los científicos involucrados en la investigación incluyeron a adultos con esquizofrenia y trastorno bipolar y se compararon con personas saludables. Los participantes dieron información sobre si tuvieron mascota en casa en la infancia, y en caso de haberlos tenido, proporcionaron datos sobre el primer y el último contacto con ellos. Los resultados fueron sorprendentes.
Mas de la mitad de los individuos tuvieron perros antes de cumplir los 13 años y alrededor de un tercio gatos. Se concluyó que pasar tiempo con un perro en la infancia reducía hasta en un 24 por ciento el riesgo de padecer de esquizofrenia en edad adulta y aquellos que tenían contacto con uno siendo bebé podían reducirlo hasta un 55 por ciento en comparación a quienes no lo hacían.
Además, se determinó en el estudio que la cercanía con gatos no tenía ningún efecto significativo, y en el caso de desorden bipolar, no pareció ayudar el contacto con ningún tipo de mascota.
Los expertos apuntaron que el mecanismo que ayuda a la prevención de esta enfermedad mental es desconocido, sin embargo, es importante anotar que el microbioma encontrados en aquellas personas con esquizofrenia era diferente a aquellos que no la padecían. Una posibilidad plausible es que el tener a un perro cerca modifica los microbios intestinales, previniendo así el desarrollo de este tipo de desórdenes mentales.