Investigadores analizaron a casi mil adultos mayores de 65 años con la primaria trunca. El 75 por ciento había aprendido a leer sin por si mismos debido a un acceso a la educación muy limitado como resultado de su condición social y económica, y el 25 restante no sabía ni leer ni escribir.
Los participantes seleccionados llevaron a cabo diversos tipos de test en los que se ponía a prueba su memoria, su capacidad de comunicación verbal y de razonamiento por un promedio de tres años y medio.
Aquellas personas que no sabían leer ni escribir casi tres veces más de probabilidad de sufrir demencia senil que los que sí lo sabían hacer y dos veces más de desarrollarla al final del estudio. Aunque parece haber una conexión entre leer, escribir y este síndrome, no parece afectar otro tipo de habilidades cognitivas.
Los investigadores concluyeron el estudio enfatizando que las oportunidades y experiencias que desarrollamos a través de los años tienen un impacto decisivo en el último tramo de nuestra vida. Además, afirman que el impacto de la investigación debería servir para abrir las puertas a nuevas áreas de conocimiento que involucren otros factores y lleven a un entendimiento más profundo del cerebro.