En el programa los investigadores asignaron a 120 hombres y mujeres con dolor de espalda y cuello crónico a dos tratamientos diferentes. El primer grupo recibió el tratamiento de terapia física que se recomienda normalmente en este tipo de casos y una serie de ejercicios para complementarlo.
El segundo grupo recibió un programa de asesoramiento y educación con el fin de exponer la información más importante sobre estas condiciones, como la función de las neuronas y las terminaciones nerviosas, la forma en la que se transmite el dolor a través de ellas desde la médula espinal hasta el cerebro y como el dolor puede modificar las funciones del sistema nervioso central para producir dolor aún con el mínimo estímulo.
El asesoramiento fue complementado con ejercicios muy relacionados a la información del curso, los cuales introducían gradualmente movimientos más difíciles y que se enfocaban en la funcionalidad más que en el alivio del dolor.
La duración de la observación y asesoramiento de tres meses fue igual para los dos grupos y los investigadores examinaron de nuevo a los sujetos después de un año. Aquellos que se sometieron al modelo educativo habían extendido el umbral de dolor, mejorado su salud física y mental y recuperado significativamente el movimiento.
Al finalizar las observaciones y sintetizar los datos, los especialistas llegaron a la conclusión de que, si el dolor ya está siendo tratado por algún doctor, pero el dolor sigue allí, no se le debe dar una importancia tan grande. Concentrarse en el solamente lo aumenta. Es mucho mejor moverse y mantenerse activo.