Estudios previos ya habían establecido una conexión entre los ritmos circadianos de cada individuo y la depresión, sin embargo, no se había podido definir si los hábitos de sueño eran la causa o un efecto de esta enfermedad. Es por esta razón que este estudio se centró en aclarar esta cuestión.

En la investigación se contó con una base de datos con los hábitos de sueño de un poco más de 30 mil mujeres de 55 años, en la cual había información sobre si se consideraban del tipo madrugador, del tipo noctámbulo o ninguno. Todos los individuos estaban libres de depresión al inicio del estudio, sin embargo, después de pasados 4 años, más del 12 por ciento la había desarrollado.

Después de que se descartaran otros factores como la situación de pareja, las personas con las que vivían, si estaban jubiladas y consumo de alcohol, los científicos encontrar una clara relación entre el desvelo y la aparición de la depresión. Aquellas personas que eran muy madrugadoras tenían un 12 por ciento menos de probabilidad de sufrir la enfermedad en comparación de quienes no eran ni madrugadores ni trasnochadores. Sin embargo, las personas que se desvelaban tenían un 6 por ciento de desarrollar depresión.

Los investigadores concluyeron que, aunque la relación parece muy obvia, todavía habrá que hacer más estudios para profundizar en las razones genéticas y de entorno que se relacionan con este proceso.