En un estudio reciente se analizaron el índice de masa corporal, hábitos de consumo de alcohol o tabaco y la presión sanguínea de más de 1,500 hombres y mujeres de entre 53 y 74 años con un corazón saludable.
Los participantes, además, agregaron a la base de datos información sobre qué tan seguido usaban saunas y que tanto tiempo permanecían en ellos cuando lo hacían. Durante el monitoreo que duró una media de 15 años, se registraron 155 ataques al corazón.
Después de eliminar factores que podían estar distorsionando los resultados, concluyeron que aquellas personas que usaban saunas 2 o 3 vez a la semana, podían reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco a comparación de aquellos que sólo lo hacían una vez. Y aquellos que tenían la posibilidad de usar el baño de vapor de 4 a 7 veces por semana reducían el riesgo hasta por 62 por ciento.
Aunque los investigadores sugirieron que el efecto de esta práctica parece tener un impacto directo en la salud, destacan que este ejercicio se hizo con propósitos de observación y por lo tanto no prueba la teoría.
Independientemente de lo anterior, hay razones suficientes para afirmar que la sauna tiene efectos positivos en la salud, debido a que el aumento de la temperatura tiende a limitar procesos inflamatorios en el cuerpo y reduce el endurecimiento de las arterias. De hecho, agregan, posiblemente los baños calientes en casa tengan los mismos efectos.