El informe, publicado en una revista médica especializada, que contaba con un universo de 125 mil individuos de entre 6 y 18 años, encontró que aquellos que tenían acceso al menos tres veces por semana a este tipo de tecnología, incrementaban en un 88 por ciento la probabilidad de verse afectados por falta de sueño y en un 53 por ciento la probabilidad de tener un sueño de mala calidad, en comparación a quienes no tenían este hábito.
Sin embargo, los autores de la investigación admiten que el estudio es meramente estadístico y no conduce a una relación causa y efecto, básicamente porque la información con la que se contaba era obtenida de los reportes que los pacientes mismos daban. Según los especialistas, cabe la posibilidad de que, de hecho, la falta de sueño es la que cause el uso de los dispositivos.
Aun así, los científicos involucrados aseguran que hay varios estudios que apuntan en esta dirección y que, en el futuro, con más información detallada y objetiva, esta teoría puede ser comprobada. Por lo pronto, aconsejan, parece una buena idea aconsejar a nuestros hijos a que no usen los dispositivos antes de dormir.