Las recomendaciones generales en el consumo de sal para una persona sana rondan los 2 gramos al día, o una cucharadita y en el caso de personas que sufren de hipertensión, esta cantidad debería ser menor.
Investigadores analizaron los resultados de cuatro estudios estadísticos que dieron seguimiento a 133 mil personas a lo largo de cuatro años. Entre otras cosas, las estadísticas contenían información sobre la presión arterial y el sodio contenido en la orina.
En un grupo aproximado de 70 mil personas que no sufrían de problemas de presión, el consumir más de siete gramos diarios de sal no parecía afectar su salud cardiovascular, sin embargo, aquellos que consumían menos de 3 gramos diarios presentaban 26 por ciento más de probabilidad de sufrir una enfermedad cardiaca en comparación a los que consumían 4 o 5 gramos.
Por otro lado, para las personas que sí padecían de problemas de presión, el consumir más de siete gramos diarios se traducía como un aumento del 25 por ciento de riesgo de sufrir efectos negativos a nivel cardiovascular, pero al consumir menos de tres gramos ese mismo riesgo aumentaba hasta 35.
Aunque parece contradictorio, los expertos afirman que aquí lo que puede ayudarnos es tratar de balancear las cosas, puede ser tan malo el exceso como la falta de sodio. Parece ser que al final aquel consejo que nos daban nuestras madres o abuelas era bastante bueno “cualquier extremo es perjudicial”.