En dicha investigación, los expertos analizaron a más de 100 personas adultas repartidas en tres grupos de forma aleatoria. A cada grupo se le expuso a diferentes variables: a uno se le impartieron sesiones de Tai Chi, a otro se le dio terapia cognitiva conductual y al restante un programa educativo con temas referentes a hábitos saludables de sueño.
Cuando se compararon los resultados de los grupos después de un año, se encontró que las personas que recibieron terapia cognitiva conductual y el Tai Chi y que por consiguiente dormían mejor, habían reducido la respuesta inflamatoria en los tejidos.
Además, gracias a muestras de sangre, se descubrió que los genes de las aquellas personas que habían mejorado sus ciclos de sueño, generaban más proteínas de defensa que de inflamación en comparación a quienes seguían padeciendo del desorden.
Basados en los resultados de esta investigación, los investigadores se sienten confiados de recomendar a las personas este tipo de terapias alternativas, principalmente porque, en comparación a los medicamentos, estos no producen efectos secundarios.