A medida que envejecemos, la mayoría de nosotros tenemos problemas con la memoria, el lenguaje y al pensar sobre ciertas cosas. Esto se denomina deterioro cognitivo leve (DCL). En la mayoría de los casos, estos problemas no influyen en nuestra vida diaria, pero nos damos cuenta de ellos. El ejercicio puede ralentizar el ritmo de este deterioro y reducir el riesgo de sufrir demencia más adelante.
A diferencia de las personas con demencia, las personas con deterioro cognitivo leve pueden hacer frente a su rutina habitual, como vestirse o preparar comidas. Sin embargo, pueden tener problemas al recordar fechas, citas o lugares dónde han dejado objetos. Esto, a veces, puede ser el primer paso para la enfermedad de Alzheimer o la demencia.
Si bien no existe una forma médica ni dietética para combatir la pérdida de memoria, los neurólogos alientan a las personas a realizar algún tipo de ejercicio aeróbico, como caminar, correr, andar en bicicleta o nadar durante un total de 2 horas y media a la semana. El ejercicio se recomienda hacerse sin necesidad de sudar o perder el aliento.
Más del 6% de todas las personas en todo el mundo tienen una forma leve de deterioro cognitivo. A medida que las personas envejecen, la tasa aumenta al 37% para aquellos mayores de 85 años.