La investigación se realizó con niños de entre 6 y 12 años y utilizando un mundo virtual especialmente diseñado para llevarla a cabo. En este mundo artificial, los niños exploran el mundo solos, pero utilizan tableros de mensajes para compartir lo que encuentran y lo que hacen en los diferentes estudios creativos que encuentran alrededor del espacio virtual.
A veces los niños escogían ser exploradores, otras veces ambiciosos emprendedores deseosos de conectarse con otros jugadores, usuarios curiosos que buscaban más información sobre cómo funcionaba realmente el espacio virtual. Básicamente, los niños podían probar todo tipo de cosas sin tener que temer las consecuencias que se producirían si las probaban en el mundo real. Aprendieron muchas habilidades sociales útiles y jugaron con su identidad de maneras que serían mucho más difíciles en la vida real.
Según el estudio, lo que a los niños les gustaba de los mundos virtuales era la posibilidad de crear contenidos como música, dibujos animados y vídeos, lo cual les llevaba a desarrollar su parte creativa de una forma lúdica que encontraban más difícil de hacer en la vida real.
Los editores del informe dicen que los mundos virtuales pueden ser una alternativa interactiva poderosa, atractiva y real a los medios de comunicación pasivos. Instaron a los programadores de estos espacios para niños a que involucren a los jóvenes porque pueden dar buenas ayudar a enriquecer la experiencia aportando desde un punto de vista fresco.