El investigador, continúa asegurando que, aunque es una enfermedad cerebral específica, cuyo riesgo aumenta con la edad, e incluso puede incrementarse dependiendo de la herencia genética, se pueden tomar medidas para reducir el riesgo de contraerla.
Existen pruebas sólidas de que el tomar mejores decisiones de estilo de vida puede reducir el riesgo de sufrir esta enfermedad. Además, las pruebas de ensayos clínicos controlados y aleatorios, como el hecho recientemente sobre el ejercicio, muestran que el hecho de cambiar un factor de riesgo, también ayuda.
Hay varias recomendaciones que están respaldados por la evidencia y que se pueden adoptar para escapar de los efectos de esta afección, sin embargo, generalmente se consideran los más importantes el ejercicio, la dieta y el control de la presión arterial.