Aún cuando vuelven llorando de la escuela porque fulanito o sutanito, les hace alguna maldad, no parecen darse cuenta que la solución es simplemente alejarse de ellos. O ¿qué tal los amiguitos que amenazan a tu hijo con dejar de ser su amigo o amiga si no obedecen sus demandas o no obtienen lo que quieren? Claramente los niños pequeños no entienden el verdadero significado de la amistad, pero ahí estamos nosotros para enseñarles.

La verdad es que la gente que se comporta de esa manera, manipulando o intimidando, a menudo tienen miedo de perder a alguien. Es por eso que tratar de controlar a otras personas. Los adultos con más experiencia sabemos lo que pasa, sin embargo, no debemos de caer en la provocación y prohibir o instar al infante a que deje de frecuentar esas amistades. Es mejor, a largo plazo, explicar y razonar con nuestros hijos sobre las causas de la situación. Es importante pues, intervenir desde la empatía con ellos y ponernos en sus zapatos.

La idea es guiar al niño, pero con cuidado, ya que decirle “lo que debe hacer” es un arma de doble filo. Corremos el riesgo de que se aferren mas a esa amistad al prohibírsela o al tratar de influir en sus decisiones. Además, hay que tomar en cuenta que cuando un niño deja una amistad, queda un vacio que tiene que llenarse. En este tipo de casos las conversaciones continuas y honestas son una buena opción.

Habla con tu hijo a la hora de comer y pregúntale sobre su día y sus amistades. Sus juegos. Si tu hijo habla sobre un niño con problemas de conducta, no lo critiques. No le prohíbas su amistad. En lugar de eso, sugiérele jugar con otros niños. Planea actividades con los padres de otros niños que consideres más adecuados y anima al niño a unirse a clubes donde estarán expuestos a nuevas amistades. Una vez que comience a socializar, es muy probable que el mismo se aleje de las amistades tóxicas.