Todo el mundo piensa que el estiramiento es una parte del ejercicio, que aunque es recomendable, no es necesaria, pero la realidad es que cuando lo hacemos, todos los vasos sanguíneos que alimentan al músculo, incluidas todas las arterias, se relajan, su rigidez se reduce, y por lo tanto la resistencia al flujo sanguíneo y la presión arterial, también disminuye.
Para comparar los efectos, los investigadores analizaron a 40 adultos de una edad media de 61 años con hipertensión durante ocho semanas. A un grupo de participantes se le pidió que realizara estiramientos de todo el cuerpo durante 30 minutos, cinco días a la semana. El otro grupo realizó una caminata rápida durante esa misma cantidad de tiempo.
Inicialmente, cada participante se encontraba en un nivel de hipertensión de la fase uno, o sea sistólica de 130 a 139 y diastólica de 80 a 89. Se hicieron medidas de presión arterial al estar sentados, tumbados y a lo largo de 24 horas, utilizando un monitor portátil.
Al concluir el estudio, aunque ambos grupos experimentaron reducciones de la presión arterial, los cambios fueron mayores en el grupo de estiramiento. En concreto, los números que arrojaban las mediciones al estar sentado y boca arriba eran mejores que en aquellos que solamente caminaban.
Sin embargo, este último grupo también experimentó una pérdida de peso debido al aumento de la actividad física. Lo que sugeriría que una combinación de ambos ejercicios puede tener resultados positivos en la salud general.
Sería engañaros pensar que no hace falta hacer ningún tipo de actividad física, ya que podemos beneficiarnos solamente de los estiramientos. Las actividades como caminar, correr o hacer bicicleta tienen un efecto positivo sobre la grasa corporal, los niveles de colesterol y el azúcar en sangre. Lo conveniente para nuestra salud es realmente la combinación de estiramiento y movimiento.