Esto se debe a que, a medida que envejecemos, procesamos el alcohol con menos eficacia. Hay personas a las que le sorprenden al descubrir que se sienten intoxicados por la misma cantidad de alcohol que solían beber antes sin problema. Lo que pasa es que a medida que envejecemos, tenemos menos masa muscular y agua corporal, lo cual afecta al procesamiento de la substancia.
La capacidad del hígado para descomponer el alcohol también disminuye con el tiempo. Cuando el hígado es joven, evacúa con facilidad, pero a medida que los años pasan, esa capacidad tiende a ralentizarse. Una hipótesis es que hay menos flujo de sangre hacia el órgano cuando envejecemos. Si la sangre fluye hacia el hígado a un ritmo menor, entonces esa capacidad de evacuación también es más lenta.
Otra de las razones es el simple hecho de que cuanto más vivimos, mayor es nuestra exposición a diversas toxinas, y en consecuencia mayor es la carga que acumula el hígado.
Cuanto más se aferran esas toxinas, más se obstruye la capacidad de evacuación y se ralentiza el metabolismo. Es importante que todo el mundo cultive una dieta y un estilo de vida que favorezcan la desintoxicación, y para ello es importante mantener un consumo moderado de alcohol. Cuanto menos eficazmente funcionen esas vías de desintoxicación, más probabilidades tendremos de sufrir enfermedades a medida que envejecemos.