A excepción de los preparados para lactantes, muchas leyes que regulan la venta de alimentos no exige a los fabricantes coloquen etiquetas con fechas de caducidad en los alimentos envasados. En su lugar, las empresas aplican las fechas basándose en sus propios cálculos generales. Esta situación contribuye a que en la confusión a menudo desechemos alimentos en perfecto estado.
Se necesita un sistema de etiquetado de fechas estandarizado y con sentido común que realmente proporcione información útil a los consumidores, en lugar de sistemas calculados por empresas que al final resultan ser poco fiables, incoherentes y fragmentarios.
Sin embargo, mientras esperamos a que se hagan cambios en este aspecto, tenemos que saber que es lo que podemos extraer de las fichas que actualmente existen. Para empezar, es importante saber que las fechas de caducidad están diseñadas para el control de inventarios en los supermercados. Sugieren cuándo deben retirar los productos de sus estanterías, pero en realidad no indican que los alimentos estén en mal estado en esa fecha.
Sin embargo, hay mucha gente que viendo la fecha de caducidad que muestra un paquete tira los alimentos. Las fechas de consumo preferente y de caducidad también puede ser para los consumidores, pero no son más que una estimación del fabricante de cuándo los alimentos dejarán de tener la máxima calidad, por lo tanto, no son una fecha exacta de deterioro.