En los entornos típicos que encontramos en los medios de transporte, un poco de movimiento puede ayudar mucho a sentirse más descansado al llegar a su destino. El objetivo no es hacer ejercicio. Se trata de mantener el cuerpo con bastante movilidad para que, cuando se llegue, no se esté tan acalambrado que no se pueda ni mover.

La primera prioridad es mantener la circulación de la sangre, especialmente en la parte inferior del cuerpo. En el avión, hay levantarse del asiento y caminar un poco; también es bueno hacer pausas regulares para ir al baño, o falsas pausas para ir al baño, en las que sólo uno se levanta para caminar o lavarse las manos. También se puede hacer algunos estiramientos sencillos, como estar de pie sobre una sola pierna y desplazar el peso hacia delante y hacia atrás o hacer círculos con la cadera.

Se debe buscar, aunque no sea suficiente, estirar las piernas todo lo posible en el asiento. Algo más fácil es girar suavemente el cuerpo de lado a lado, girar y estirar los brazos por encima de la cabeza. En ese caso se puede utilizar el compartimento superior para empujar. Si se llevan los brazos por encima de la cabeza y luego hacia atrás, se consigue un estiramiento de hombros realmente agradable.

Estos movimientos pueden adaptarse a los viajes de tren o autobús y además, en esos medios es mucho más fácil salir al pasillo a moverse. Si el viaje es en coche, hay que detenerse a menudo y caminar, balancear los brazos y las piernas, hacer algunos giros o, si hay una barandilla a la que se pueda agarrar, hacer ahí el estiramiento.

Inclusive, si los viajes afectan mucho al cuerpo, se puede llevar en una mochila de una banda de resistencia de peso, una cuerda de saltar ligera, una pelota de para masajear los músculos doloridos o cualquier instrumento u objeto que te permita activar los músculos.