Los nervios periféricos, incluidos los nervios sensoriales de la piel, transmiten información entre el cerebro y el cuerpo. Estos nervios envían señales al sistema nervioso autónomo, que regula funciones corporales como el ritmo cardíaco, la digestión y la respiración.

Con el estrés crónico, el sistema nervioso simpático defensivo puede quedarse atascado en la posición de encendido, afectando la salud en general. De hecho, las personas que se encuentran en un estado constante de lucha o huida pueden tener más inflamación, dolor, menor función inmunitaria, problemas de sueño, aumento de peso, ansiedad y depresión.

Estimular los nervios periféricos con un masaje puede hacer que el sistema nervioso cambie de simpático a parasimpático, el cual rige las funciones de descanso y digestión. Reduce el cortisol y aumenta la oxitocina, un neuroquímico que nos ayuda a sentirnos conectados y queridos.

El masaje también puede provocar ondas theta en el cerebro, asociadas a un estado de relajación profunda que roza el sueño ligero. Cuando a alguien que se le está haciendo un masaje cambia la respiración, es una señal de que está en ese estado medio despierto, medio dormido. Esta terapia ayuda a estar en tu cuerpo y en el momento presente, y no estar pensando en el futuro o en el pasado.

Un estudio realizado en 2020 comparó los efectos del masaje con los de un ejercicio de atención plena de relajación muscular en 57 pacientes ambulatorios con depresión. Los investigadores descubrieron que el masaje produjo más mejoras, sobre todo en lo que respecta a la tensión, el malestar interno y la desesperanza.