Empecemos por el principio. Lo primero que podemos hacer es planificar las comidas con anticipación para que el correr de la vida diaria no sea un pretexto. Tomarse el tiempo para pensar en lo que vamos a comer cada día y preparar una lista de compras es la forma de iniciarse en esta práctica. Así, estaremos también evitando comprar alimentos poco saludables o comer fuera de casa.
Otra cosa que puedes hacer es incluir una buena variedad de frutas y verduras. Estos alimentos son ricos en vitaminas, minerales y fibra, y son cruciales para balancear nuestra dieta. Los expertos en el campo de la salud recomiendan comer al menos 5 porciones al día. Cuando tenemos este hábito limitamos la cantidad de alimentos procesados y altos en grasas y azúcares. Estos productos suelen tener un alto contenido calórico y pueden contribuir a sufrir problemas de salud como la obesidad y la diabetes.
En el caso de las proteínas lo mejor es elegir carnes magras, pescado, huevos, legumbres, y frutos secos. Cuando los incorporamos a nuestra dieta, estamos ayudando a construir y reparar los tejidos del cuerpo, además de que podemos encontrar en ellos nutrientes que únicos.
El agua es también una parte muy imporante de un plan de alimentación saludable, ya que nos mantiene el cuerpo hidratado y nos ayuda a regular el apetito. Y aunque generalmente si dice que es recomendable beber al menos 2 litros de agua al día, la verdad es que depende mucho del peso corporal. Una persona con un peso superior a 100 kilogramos necesitará más que alguien que solo pese 60.
Cambiar los hábitos alimenticios puede tomar un tiempo, por lo cual debemos tener paciencia y siguir trabajando en ello sin estresarnos ni exigirnos demasiado. Podemos buscar información por internet para planificar una dieta saludable, sin embargo, recuerda que siempre es mejor buscar ayuda de un profesional en nutrición.