Para empezar debemos cortar el queso en rectángulos. Pueden ser tan largos como quieras, pero la altura y anchura deben ser de aproximadamente 2 centímetros. La idea es precisamente que tengan las dimensiones de un dedo humano.
Una vez terminado el paso anterior, batimos un huevo en un plato hondo. En otro plato ponemos suficiente pan para empanizar para la cantidad de queso que tengamos. Si lo deseas, puedes sazonar un poco el pan para empanizar con ajo en polvo, pero es opcional.
Terminado el paso anterior, pasamos todos los quesos por huevo y después por pan para empanizar. Una vez hecho esto repetimos el proceso, pasamos por huevo y después por pan para empanizar.
Una vez empanizado todo el queso, los metemos al congelador por un tiempo mínimo de 2 horas. Pasado el tiempo, ponemos en una olla aceite para freír o mejor aún en una freidora. El aceite debe estar muy caliente para esta receta. Una vez listo, sumergimos y freímos por 1 minuto. Cuando estén listos, los colocamos en un plato con una toallita de papel absorbente para que absorba el excedente de queso.