Para moler el chile:
Se limpian de polvo los chiles secos, se ponen en una hoja para hornear y se pasan por el horno caliente por unos minutos con el propósito de eliminar humedad y cualquier otro organismo. Se abren y se les quita la cola y se muelen en un molino de granos o en un procesador de alimentos. El chile molido también se encuentra en el mercado regional.
Se tuestan en un sartén sin grasa, por separado, el polvo del chile colorado y la harina, moviendo constantemente para evitar que se quemen, el chile queda en poco tiempo, la harina tiene que tomar un color dorado obscuro. Se dejan enfriar.
Ya que estén fríos, se mezclan en seco el chile y la harina y se agregan al caldo o agua fríos.
En un sartén se coloca el aceite o manteca, se agregan los ajos a freír para que suelten su sabor, ya dorados se retiran del sartén, en ese aceite se vierte la mezcla de chile con caldo y se pone a hervir moviendo constantemente para que no se pegue ni se hagan grumos, se agregan el orégano y la sal.